martes, 1 de junio de 2010
Reflexión sobre la naturaleza de las cosas
Desde un modo de pensar científico, en el cual se busca el mecanismo, la causa, el efecto, la estructura de todas las cosas que nos rodean; parece que a medida que las cosas se objetivizan más, en mayor grado se desvirtúan. Pero hay algo que muchos científicos olvidan (sobre todo aquellos que no practican un arte, como en mi caso la música), y es que todo tiene 2 caras, un dualismo existencial. Yo las llamo el plano objetivo y el plano subjetivo. El plano objetivo es la estructura, el mecanismo, la causa, el efecto, la ecuación... nos sirve para entender, predecir, determinar... en fin, controlar nuestro mundo. Pero no debemos vivirlo desde ésta perspectiva, pues sería una existencia muy triste. El otro plano, es el plano subjetivo. Es decir, el modo que tiene cada sujeto de percibir y sentir las cosas. ¿Cual es más importante? Ambos, según el caso. Los científicos deberíamos trabajar con el plano objetivo, y vivir con el plano subjetivo. Sin éste segundo, una medusa nos sería más que un animal acefalizado, radial, diblástico acuático. Sin embargo, necio es aquel incapaz de ver, que es a la vez poesía. El amor y los sentimientos, si son, por supuesto, cascadoas de neurotransmisores y conexiones sinápticas. Si. pero más importante a la hora de lidiar con un sentimiento, es juzgarlo desde su plano subjetivo. En zoología evolutiva, un hijo no es más que una herramienta para salvaguardar nuestro código genético en una envoltura menos dañada por los mutágenos del tiempo. ¿Es así como debemos tratar a un hijo? ¿Igual que tratamos a un destornillador? Es crucial considerar la importancia del hecho de que somos seres conscientes de nuestra propia existencia, y que las demás personas también lo son. Y no tiene sentido achacar una finalidad real a algo con tansolo una tendencia mecanicista. Sólamente tiene sentido hablar de beno, malo, apropiado... si no se habla de una consciencia.
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